sábado, 29 de diciembre de 2012

Mis doce uvas

1- ¿Qué pedrada cerebral y sobre todo en el corazón tiene que haber recibido una persona para perpetrar el asesinato de un bebé de 14 meses? ¿Qué golpe tiene que haberle dado para matarla? ¿Cuántos años le caerán? ¿Saldrá bajo fianza?
2- Pienso en los padres y hermanos de las jóvenes muertas en Madrid Arena y se me rompe el corazón. ¿Cómo van a celebrar el fin de año? ¿Cómo estarán celebrando estas fiestas?
3- (al hilo de la anterior, y empezando a atragantarme) ¿Qué más datos tienen que salir a la luz sobre el acontecimiento más trágico del año en nuestro país, para que se produzcan dimisiones en el Ayuntamiento de Madrid? (la salida de la cárcel del empresario Miguel Ángel Flores, tras pagar una fianza de 200.000 euros será legal, pero me da vergüenza ajena; ¿cuánto valen las vidas de cinco jóvenes?)
4- (al hilo de las dos anteriores y sigo atragantándome) ¿Hemos estado en peligro quienes hemos acudido en alguna ocasión a un concierto en la Cubierta de Leganés, cuando hemos participado en conferencias en el Palacio de Congresos del Paseo de la Castellana o cuando hemos presenciado en directo la ceremonia de entrega de los Premios Goya en el Palacio de Congresos de la Comunidad de Madrid? Así debe de haber sido. Si no, no entiendo los cierres de los tres locales citados. ¿No sería más lógico arreglar sus deficiencias? Porque, sin ir más lejos, el hecho de que los Goya de este año se celebren en el hotel Auditorio de Madrid me resulta tan chocante..., tan poco glamouroso, tan decepcionante...
5- (he recuperado el resuello) Pienso en Nadal. Pienso en cómo la enfermedad iguala. Siento la suya. Pero estoy segura de que lo superará, para volver a ganarse los lugares perdidos, que lo hará, sin duda, porque su fuerza y su capacidad de trabajo no las merman ni una rotula ni un virus.
6- Me apena la situación de tanta gente que conozco (y tanta que desconozco) obligada a cambiar de vida por culpa de la crisis. Pienso en aquellos que han encontrado en el suicidio el único y último compañero de su viaje. Y no  me refiero tanto a quienes han aparecido en la prensa, suicidados para no hacer frente a sus deshaucios, sino a todos aquellos que no han aparecido en los papeles y que, sin embargo, han seguido el mismo y triste camino.
7- Brindo con dolor por aquellos que han pasado al otro lado de la consciencia, a quienes han ofrecido su brillantez a la locura. A lo largo de mi vida he comprobado varias veces la diferencia que existe entre decir ¡qué loco está! fulano o mengano y ver cómo fulano o mengano se vuelve loco (si es que es justo y políticamente correcto usar ese término). En los últimos días de este año que acaba he vuelto a vivir un caso cercano y me hunde.
8- Doy gracias a quienes me acompañaron en los últimos siete años y medio (hasta julio de este que finaliza), a quienes fundaron conmigo la revista YO DONA, a los que se fueron, a los que quedan. Con ellos formé un equipo de éxito que me ha hecho muy feliz y que me causó tremenda pena abandonar.
9- Doy gracias a quienes pusieron entre mis manos, mi corazón y mi cerebro un nuevo reto. Desde agosto, preparo el lanzamiento de la revista GRAZIA, que verá la luz el próximo año. Doy gracias a quienes han decidido acompañarme en esta nueva andadura, seguros (como también estoy yo) de que seremos un equipo de éxito.
10- (me atraganta la emoción) Brindo por la Luna llena que no puede ser más bella y mejor regalo natural cuando acaba el año. Parecería un buen presagio. Tal vez sea solo mi deseo.
11- Con los años, se aprende a valorar más los sentimientos, el amor, a los seres queridos. En un año en el que siguen faltando algunos que nunca debieron irse, en un año, como están siendo los últimos, complicado, hay que agradecer el amor de familia y amigos, que son el apoyo, incluso económico, de personas que nunca pensaron que el vuelve a casa vuelve se produciría fuera de la Navidad y por estricta necesidad económica. Yo agradezco contar con amigos y familia maravillosos, siempre apoyo, siempre seguridad emocional.
12- (ahora ya me atraganta del todo el típico nudo, y no precisamente gordiano) Me siento una privilegiada sabiendo que el día 1 de enero tendré trabajo.
¡FELIZ AÑO 2013!

sábado, 22 de diciembre de 2012

Feliz perdedora

Queridos felices perdedores... de la Lotería de Navidad (incluida yo misma), os doy la enhorabuena por no haber ganado un euro. Qué borde!, no? Pues no. Lo seria tal vez si no me contara entre esos miles de españoles que  encomendándose a la suerte, con unas dosis de ilusión, muchas de escepticismo y algunas de esperanza juegan de aquí y de allá, con la poco elegante postura de no vaya a ser que se forre el de al lado y me quede yo desorejado y con cara de pringado. Lo seria si no fuese yo una de tantas personas que, mientras recibe su décimo, que otros se han encargado de comprar, no se viera por un momento cancelando hipoteca, a lomos de un yate, dando la vuelta al mundo, de Máster en Harvard o acudiendo a la graduación de un hijo en colegio o universidad americana de postín (por no hablar de aquellas personas para las que un premio de lotería significa la mutación del infierno en paraíso).
No me confundan. No se trata de emular a la zorra que cuando no llega a coger las uvas deseadas, exclama "¡Están verdes!". Pero sí que me alegro de no haber ganado ningún premio gordo de la Lotería.
Porque la lotería es un golpe de suerte. Pero yo creo en la suerte de verdad, en la que construyes trabajando.
Como creo en que la mejor lotería radica en el amor, en que te amen y en mantener la capacidad para amar, que no es menos importante, por cierto.
Porque para quienes tenemos hijos, que su vida sea agraciada, estén sanos y sean buenas personas es la gracia verdadera.
Porque los bienes inmuebles son patrimonio, pero hoy por hoy no encuentro mejor patrimonio que el trabajo, que un trabajo... Y si además te gusta y se convierte en parte y motivo fundamental de tu vida -como es mi caso-, si además de trabajar con ilusión tienes la fotuna de contar con un equipo de ilusionistas, es epítome de felicidad.
Porque la lotería estructural es la de la salud. Que parece un tópico, pero no lo es. En unos casos, para comprobarlo, basta mirarse a uno mismo; en otros, a derecha o a izquierda.
Conozco personas que tiene avión privado y no han acertado en el amor. A alguno que ha dado la venta al mundo, sin hallar la felicidad. A gente sin trabajo. O sin salud. O sin trabajo y sin salud. Así que sigamos los afortunados desafortunados con la ilusión no de que nos toque algún día la lotería -o también- sino con la de trabajar y amar, y ser amados y mantener lo que tenemos, aunque sean deudas (y que podamos pagarlas).
Si yo pudiera convertir, de verdad, la lotería en la realización de un sueño, el gordo sería que no hubiera más paro que el de aquellos que no quieren trabajar; el segundo sería que los bancos abrieran el grifo del préstamo; el tercero, que el consumo retomara unos niveles razonables; reintegros de amor; pedreas de salud. Todo bien repartido, aunque, como ocurre muchas veces con la lotería, mejor que tocara donde más se necesita.
A quienes hayan ganado, enhorabuena. A quienes hayan perdido, también enhorabuena, porque vitalmente hablando, es una magnífica oportunidad saber que tienes que seguir luchando. Y a todos, Feliz Navidad.

domingo, 16 de diciembre de 2012

La responsabilidad paterna

Lo mejor que pudo ocurrir el pasado viernes cuando Adam Lanza, de 20 años, entró en plan Tarantino Films, en la escuela Sandy Hook de Newtown, Connecticut, fue que antes de perpetrar los asesinados ya hubiera matado a su madre, cuyo cadáver fue encontardo en su casa, a pesar de que al principio de las informaciones se dijo que habia fallecido junto con otros profesores del centro en el que tambien ella trabajaba. Qué burrada, ¿verdad? Lo es. Pero ahora imaginen que entre los 27 muertos (20 niños de entre 4 y 10 años; aunque se hable de guardería en general, la escuela es K-4, lo que significa que acoge desde jardín de infancia hasta cuarto grado) no se contara a su madre, proveedora sin saberlo, y por tanto sin responsabilidad directa alguna, de las armas que usó su hijo en su tropelía homicida (llevaba cuatro).
No voy a ponerme en plan moralista, tampoco a emitir juicios. Pero cómo se explica la legislación tan permisiva de los Estados Unidos con relación a las armas. Cómo se explica la laxitud personal de ese american way of life que incluye la posesión de armas de fuego en casa, tanto como tener una piscina o una batidora. Cómo se explica que aproximadamente 100 millones de los algo más de 300 millones de ciudadanos estadounidenses tengan licencia de armas..., y más aún teniendo en cuenta la gran cantidad de sucesos similares al de Connecticut sucedidos en el pasado... Y cómo se explica que una profesora con hijos fuera una de esas personas..., y para más inri, como ya se ha sabido, que las coleccionara.
Se ha dicho que el homicida, un casi adolescente serio, tristón y larguirucho, tal y como ha sido descrito, podría tener problemas mentales. Se ha sugerido, incluso, la posibilidad de que fuera autista. Me pone los pelos de punta pensar que comience ahora la demonización no solo de los autistas, sino de las personas con problemas mentales que hacen vida más o menos normal. Quede claro que estoy en contra de tirar balones fuera en lo relativo a la responsabilidsd. Individual. Siempre. Pero me pregunto cómo pueden unos padres, o en este caso una madre, tener armas en casa cuando uno de sus hijos muestra problemas mentales. Y digo más: sin necesidad de que un hijo presente ese tipo de perturbaciones, cómo es posible que unos padres guarden armas en casa... Simplemente desde la  responsabilidad paterna, este acontecimiento no debería haberse producido. Profesora, madre y con armas. ¿No parece contradictorio? Desde Europa, desde España, donde nuestra relación con las armas es legal y realmente diferente a la americana, no lo puedo entender. Como madre, tampoco. ¿Ayudará esta desgracia a reformar las leyes de tenencia de armas en Estados Unidos? Espero que sí.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Mi primer regalo de Navidad

Me gustan los regalos intangibles. También los tangibles; no vaya a ser que alguien me malinterprete. Y en los primeros días de diciembre he recibido ambos. Pero soy consciente de que el intangible permanecerá vívido por siempre, alojado en mi cerebro y mi corazón, por más que vaya ligado a otros tangibles, por más que todos ellos, tangibles e intangibles estén unidos por el mismo corazón y cerebro urdidor, el de Karl Lagerfeld para Chanel. 
Escribo todavía emocional y visualmente impactada por el desfile París-Edimburgo que una vez más Chanel ha dedicado a los Métiers d'Art, empeñada como está la marca en mantener los oficios y la artesanía ligados a la Costura, lo que es de agradecer. De hecho, en el desfile brillaron el joyero Desrues, el especialista en plumas Lemarié, el sombrerero Michel, el zapatero Massaro, los bordados de la Maison Lesage y del atelier Montex, los guantes de Causse y el punto de Barrie Knitwear. Hay que explicar muchas cosas:
En primer lugar -aunque esto no es explicable; tan solo recordable-, que si existe un tejido ligado a Mademoiselle Chanel y a la historia de la marca, ese es el tweed, más británico, imposible -además del punto, siempre y por siempre presente y fetiche en sus colecciones-. 
Para continuar, que Coco Chanel tuvo una maravillosa historia de amor con el que en su tiempo fuera el hombre más rico de Inglaterra, el duque de Westminster (conocido como Bendor, se habían encontrado en Montecarlo), dueño, entre otras, de importantes propiedades en Escocia. Gracias a aquella relación, la creadora comenzó a usar ropa masculina y a interesarse por llevar esa inspiración y la de aquellas tierras y costumbres, incluidas las lanas Shetland, el tartán, el tweed, a sus revolucionarias, elegantes y femeninas colecciones. 
Para terminar, que Chanel ha adquirido las instalaciones y el negocio de Barrie Knitwear, especialista escocés en la fabricación de cashmere de altísima calidad, responsable del punto de la icónica marca francesa en el último cuarto de siglo. 
Son todas estas explicaciones que sirven de escenario y bambalinas, que dotan de contenido, al desfile celebrado el 4 de diciembre de 2012 (lo escribo tal cual entre otras cosas porque no quiero olvidar la fecha) en Linlithgow Palace, o mejor dicho en las ruinas de lo que fue palacio, destruido en el siglo XVIII parcialmente debido a las guerras entre los Estuardo y el duque de Cumberland, residencia real, allí donde había nacido María Estuardo, reina de los escoceses (como gustan remarcar ellos; no de Escocia, sino de su pueblo).
Se pondrá de moda el tartán. Estoy segura. Se pondrá de moda el botín plano y "rústico" mezclado con los tules y bordados de los trajes de fiesta. Y los moños a la manera Estuardo, y el pelirrojo, y las joyas sosteniendo y embelleciendo el peinado, y el blanco nocturno. Porque sí. Porque hubo una vez un bello desfile celebrado a la luz y el calor de grandes hogueras a cuya sombra destacaba la nieve, conviviendo con las briznas de fuego (ya nos habían advertido que el dress code era warm casual chic..., abrigado, informal y elegante). Porque los asistentes (entre cuyos privilegiados me encuentro) nos creíamos sentados en un teatro que recordaba al del filme Shakespeare in love. Porque no podíamos creer tanta belleza inspirada en esa tierra fría y hostil, de guerras y lagos, de nieve y whisky (que por cierto sirvieron a modo de degustación para 'calentar' la espera del show), que ha inspirado literatura y pintura, que ha dado actores como Sean Connery, escritores como Stevenson y (recientemente J.K.Rowling) y un espíritu mágico que se trasladó no solo al desfile, sino al después, un después de gaitas, de luz digna de Bravehart, cena medieval, en grandes carpas, servida en mesas redondas y con sillas realizadas para la ocasión. Aunque solo sea desde el punto de vista emocional, Escocia siempre nos devuelve a la magia, a las hadas, al misterio. Ahora llevo ya alojadas para siempre esas sensaciones, como si hubiera formado parte del reparto de una superproducción cinematográfica, porque justo así se trabajó el desfile-acontecimiento Métiers d'Art París-Edimburgo, de Chanel. Y yo solo puedo dar las gracias por haber recibido ese regalo navideño.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Instintos básicos

Esta mañana he visto cómo miraba el cartel. De soslayo. Pero con deseo. Ha reído de manera nerviosa, comentando la belleza, a la que miraba de reojo. Pero con deseo. Esta mañana paseaba con un caballero que no tiene ni idea de moda. Pero sí de mujeres. Pero sí de deseo. Ya se había fijado en la imagen voluptuosa que puebla las esquinas españolas y, supongo, de medio mundo. He tenido que explicarle lo que era un push-up, y cuando le he dicho que quien lo portaba era Laetitia Casta rápidamente se ha acordado de Astérix y Obelix. Casta, lo que se dice casta, no parece, hemos bromeado haciendo juegos con el adjetivo que es apellido como si estuviéramos retados por una partida de "apalabrados": casta, castor, castaña, castafiore, castiza, castada (no, eso no vale)... Impresionante cuerpo.
Ayer, durante una comida, también pasamos unos cuantos minutos hablando de la publicidad de los modelos push-up de H&M, con una esplendorosa Laetitia Casta como protagonista. Que si tenía poco pecho y efectivamente esos modelos se lo levantaban tal y como anuncian desde tantas esquinas. Que si el relleno era excesivo. Que si ahora que ella tenía reciente maternidad no necesitaba tanta subida... Que si tal y que si cual..., Laetitia es no sé si una con mucho pecho o una con poco pecho, pero sí sé que la publicidad ha hecho su efecto. Supongo que para la marca. Supongo que para otras marcas que utilizan el mismo sistema de poner las glándulas mamarias ahí cerca de donde están alojadas las amígdalas. Y yo impresionada por la capacidad de atracción de esas imágenes para los hombres e incluso para las mujeres.
Ahora bien, ¿qué significa este modelo de sujetadores (aplicados incluso a los camisones) que dan al pecho las redondeces que suelen tener los que son fruto de operaciones de estética? No sé por qué, he de confesarlo, pero últimamente tenía la impresión de que la manía por lucir una "exagerada" delantera, en ocasiones y desde mi humilde punto de vista, incluso, antiestética, se encontraba en vías de extinción. Me parecía que estaba dejando de estar de moda, de ser cool, que no era necesario tener una 36c para ser atractiva (sexualmente, se entiende). Y al contemplar la atracción (no precisamente fatal) por los carteles "castos" he llegado a la conclusión de que vuelve lo que siempre fue el instinto básico. Seguramente volverán los escotes a través de los que lucir turgencias, auténticas, operadas o impostadas. Vuelve la teta, y no precisamente asustada, las mujeres con curvas lucientes, el pecho imponente y, como decía un ser muy querido por mí, bien caído ¡hacia  arriba!

sábado, 24 de noviembre de 2012

Contra el determinismo social

Lloré y mucho nada más comenzar el filme. No podía soportar la situación de aquellos jóvenes, juzgados la mayoría de ellos por violencia. Me superaba no el hecho en sí de la violencia; tampoco los juicios ni las sentencias; ni siquiera sus caras y su gestualidad, en ocasiones cercana a ese punto fronterizo que une y separa la normalidad de la anormalidad. No. No era eso. Me superaban aquellas imagenes y aquellas frases que dejaban claro que estábamos ante un recorrido certero de unos auténticos desgraciados sin futuro. Continuamente el discurso equivalía a has-nacido-como-un-desgraciado-o-una-desgraciada-como-lo-fueron-tu-padre-y-tu-madre-que han-sido-drogadictos-alcohólicos-y-están-en-la-cárcel-la-misma-a-la-que tú-irás-como-ya-fueron-tus-abuelos-e-irán-tus-hijos..
Cuando no habían pasado ni cinco minutos desde el comienzo de The Angels' Share (La parte de los ángeles), de Ken Loach, yo ya estaba llorando. Pero no volví a hacerlo. Porque no me dejó el guión. Aquellos chavales escoceses, hijos de la miseria no solo económica, sino sobre todo social, me hicieron sonreír. Pero desde entonces no dejo de pensar en la cantidad de gente que nace con su futuro predeterminado (también para bien, pero estos no me interesan) y que sienten como una losa la fuerza de un sino que les transporta inevitablemente al infierno en vida. La película se desarrolla en Escocia, pero podría haberse rodado en cualquier lugar deprimido del Reino Unido, y también de Francia y de España, o de Estados Unidos. Es lo que tiene la miseria, que también como nuestra era es universal y uinforme. Como si no fuera suficiente desgracia no tener un padre reconocido, como si no fuese suficiente desgracia que esté en la cárcel en esa etapa del crecimiento que la televisión y la revistas suelen describir como la más tierna infancia, como si no fuera suficiente que tu madre esté en la cárcel o sea una drogadicta o una alcohólica, valga la redundancia..., resulta que esa desgracia no puede sino conducir a esa otra desgracia que significa que por esa y otras razones de tu pasado te pudrirás en tu futuro. Porque solo los parias  tienen derecho a seguir siéndolo. Demonios.
Me niego.
Como se niega ese especie o esa cadena de favorecedores que se cruza en el camino de algún protagonista de la película, como tantas veces ocurre en la vida, sí, también en la de los parias, que pueden cambiártela, eso sí, siempre con tu fe y tu esfuerzo. Me encantó ese Ken Loach optimista y en gran parte de la película en clave de comedia, contra el determinismo.
Hoy, saliendo del supermercado, junto a una urbanización rica del norte de Madrid, he contemplado cómo unos padres gritaban a su hijo de ni siquiera 3 años porque salía corriendo del súper y por poco  les parte la existencia para siempre metiéndose debajo de un coche. He pensado, hombre, sal con tu niño de la mano y no os llevaréis un susto. Sin parar de dale la bronca al crío, se ha introducido en su todo terreno la familia medio feliz, papá al volante, mamá junto a su casi bebé, bien sujeto en su sillita de seguridad... Para celebrarlo, la madre ha encendido un cigarrillo... Y he pensado en el determinismo del "pobre" hijo.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Más que un payaso

Mi madre nos reunía a todos. En realidad mi madre era (y sigue siendo a veces) la más payasa de todos. Nos ponía frente al televisor, y yo que ya era mayorcita la ayudaba y jaleaba, para que los más pequeños cantaran a voces el hola don pepito o la gallina turuleta... Ellos eran más que dos chicos requetefinos..., eran tres hermanos y luego fueron una saga como ya lo habían sido antes los hermanos cubanos Aragón. Pero entonces nosotros no sabíamos mucho ni de Cuba, ni de Miami, ni de Venezuela, ni de los líos políticos que habían llevado a aquellos que tanto nos hacían reír de un lugar a otro dedicados a lo mismo que se dedicaban ahora, a que niños y grandes ejercitaran los músculos faciales a base de reír y cantar.
Gaby, Fofo y Miliki, qué grandes tardes de pan y chocolate, que luego fue nocilla.
Y eso que a mí en realidad nunca me gustaron los payasos, los otros, los de toda la vida, los de los ojos pintados de una extraña manera, que más que ganas de reír me producían ganas de llorar,  pues intuía que no era una vida de risas la suya, y aún no entiendo por qué aquellas sus carcajadas me parecían siempre tan falsas.
Pero los payasos de la tele eran distintos.
Eran casi unos cómplices, de nosotros los niños, y más de los que teníamos madres cómplices como ellos que cantaban y reían al compás del pan y chocolate. Los Aragón siempre me cayeron de cine. Todos. También las nuevas generaciones. Emilio Aragón, hijo, Milikito, y Fofito y Rita... Pero los padres eran más niños que ellos y eso hoy sé que es fundamental, que más vale que sepamos ahorrar para la vida, la capacidad de mantener la niñez, las cosas buenas de la niñez, que son casi todas.
Aún recuerdo el día en que supimos que había fallecido Fofo. Fue un mal trago y una especie de puñalada trapera a aquella edad en la que piensas que los buenos no pueden morir. Sus hermanos siguieron, y aunque ya no era lo mismo el pasado continuaba un poco vivo con ellos. La última vez que vi a Emilio padre fue en la película Pájaros de Papel, de Emilio hijo. Seguramente no sea la mejor película del cine español -y espero, por cierto que no sea la última de Emilio-, pero era una película bella, lindísima, de amor a su padre, un homenaje a él y a otros héroes como él.
Hoy, al conocer su muerte, no solo he recordado las infancias de mis hermanos y la mía, sino también ese filme y a esas gentes que construyeron los cimientos de lo que en la actualidad somos.
Hoy, al conocer su muerte, me he visualizado jaleando a mis hermanos pequeños en un sofá de pocos lujos y he pensado en los sofás de lujo de nuestros niños que no tienen unos payasos de la tele con los que cantar ni una programación ad hoc. 

sábado, 10 de noviembre de 2012

De valores y formas

Ayer mantuve una fuerte discusión dialéctica con alguien a quien adoro sobre el manido y, tal vez manipulado, tema de los valores. Mantenía yo la necesidad de recuperar ciertos valores, o como dice un amigo ciertas virtudes, porque los valores cotizan al alza y a la baja, y las virtuded no. Mantenía ella que la recuperación significaba volver a una sociedad mucho mas injusta, mucho más reaccionaria y menos libre. Y yo que nada tiene eso que ver con la responsabilidad y el esfuerzo que se deben recuperar. Y ella que eso son los argumentos que utilizan los neoliberales para descargar de obligaciones al Estado en su tarea de establecer unos niveles de igualdad de partida en educación, por ejemplo. Y yo que el valor de la familia es imprescindible. Y ella que así hablan los curas. Y yo que la honestidad es un valor que cotiza a la baja. Y ella que no es menos honesta la sociedad que la de nuestra infancia. Y yo que muchos jóvenes solo quieren ser ricos y famosos. Y ella que también antes se era deshonesto para enriquecerse... Horrorizada ante la idea de que pudiera yo parecer una especie de carcamal exótico y reaccionario cambié de tema.
Creo que hoy estará de acuerdo conmigo si le digo que no salgo de mi asombro con la pérdida de valores y de formas mostrados en los despidos de los trabajadores de El País. Hubo una época en la que si una noticia no la leías en ese periódico es que no era cierta. Sus convenios eran los mejores. Gran parte de la intelectualidad se refugiaba ahí. Hubo un tiempo... Hoy, 129 trabajadores, 129 periodistas que se han dejado la piel a tiras defendiendo la información y su medio que no voy a juzgar porque no viene al caso, han recibido la comunicación de su despido correspondiente a un Ere. Hoy es sábado. Antes los despidos se producían los viernes para empezar el fin de semana con cuerpo de jota (joder!). Hoy se ha introducido una fórmula nueva en lo que mandar a la calle a la gente se refiere: en sábado y por Mail. Ni me gusta ni lo entiendo. Despedir o que te despidan es de las cosas más tristes que pueden ocurrir -y tampoco voy a juzgar ni si esos despidos son necesarios, ni ese Ere, ni tan siquiera esa inercia periodística que viven los diarios  y que los está engullendo a pequeños bocados-, y siempre tengo la sensación de que el afectado siempre siente que quien despide lo ha hecho mal. Pero ¿En sábado? Pero ¿Por Mail?
Ni valores ni formas.
P.D. Dedicado a todos los periodistas afectados por esta devoradora crisis.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Vivimos en un pueblo

Impresionada por lo cerca que estamos unos de otros a pesar de vivir en la aldea global. Con razón dicen que en cinco contactos podemos llegar al presidente de Estados Unidos de América.
Cuando esta demostración tiene que ver con una tragedia, te sobrecoge.
Como madre de adolescentes, conozco a varios chavales que estuvieron a punto de acudir la noche del miércoles al Madrid Arena. Algunos no habrían ido nunca porque son menores de edad y sus padres no lo habrían consentido.
Pero conozco a chicas mayores de edad que estuvieron en la fiesta y que huyeron hacia el piso superior donde se veía peor la actuación pero se podía respirar, y que no se enteraron de la tragedia.
Conozco a una adolescente uno de cuyos amigos lo era de la cuarta chica que falleció víctima de la avalancha.
Conozco a un chico que este fin de semana vivió el horror de la despedida de uno de sus amigos de una de sus primas, otra de las fallecidas en la tragedia de Madrid Arena.
Conozco a la madre de unos de los d-j que actuaron la noche del desgraciado accidente del Madrid Arena.
Me sorprende la pequeñez de este Madrid. Me sorprenden las conexiones. Tal vez no sea tan difícil acceder al presidente de Estados Unidos.
P.D. Tan cerca me siento de esas familias. Tan cerca de sus muertas.

jueves, 1 de noviembre de 2012

La fiesta debe continuar?

Recuerdo a Freddie Mercury cantando Show must go on. Me produjo siempre Mercury una nostalgia especial. Y hoy, tras la tragedia del Madrid Arena, tocada por la pena y la melancolía, recuerdo esa canción y parafraseo: ¿La fiesta debe continuar? Mi respuesta es no. No tal y como son las fiestas. Esas y todas las fiestas multitudinarias, incluidas las callejeras.
Anoche Halloween transformó las calles en espectáculos creppy, con personajes dignos de videoclip de Michael Jackson. Nadie podía adivinar que además de muertos vivientes habría muertas de verdad (por cierto, qué dureza, todo chicas). Nadie podría adivinar que además de las calles sucias, no..., sucísimas, y los niños (muchos niños y niñas, algunos con la adolescencia recién estrenada) como cubas, habría cuatro que no volverían nunca a casa. Nadie podría saber que allá donde cabían  10.600 personas se había aplicado el especulador overbooking que hizo que entraran muchisimas más con el único afán del enriquecimiento (si bien la versión oficial asegura que se vendieron 9.650 entradas), aunque eso pudiera significar -como significó- la muerte.
Tendrían que clausurar un lugar en el que se celebran macrofiestas sin la seguridad absoluta. Pero no nos engañemos, no tengamos necesidad de que ocurra una tragedia para quitarnos la venda de los ojos. Porque hay otros lugares en los que no se respeta el aforo y los jóvenes corren peligro.  No nos engañemos, hay otros lugares en los que se deja entrar a menores de edad.  No nos engañemos, hay otros lugares en los que se permite la venta de alcohol a quienes por edad lo tienen prohibido. No nos engañemos, hay otros lugares en los que no requieren de identificación y venden alcohol a menores para sus fiestas y botellones. Deberían cerrarlos. Deberían propinar multas a sus dueños que les dejaran temblando. Deberían juzgarlos y enviarlos a la cárcel si procede. Porque con la seguridad y la salud de los jóvenes no se juega. Pero habría que hacer más llamamientos. A los chavales más sensatos para que denuncien en sus casa ese tipo de situaciones ilegales. A los padres, para que se impliquen y pongan el pie en el freno (hoy alguien me hablaba de discotecas para críos de 14 años, que abren entre las 11 de la noche y las 3 de la madrugada), porque el espectáculo que se observa los viernes y los sábados en las ciudades españolas es vergonzoso..., y lo curioso es que muchos de esos padres me imagino que saldrán esas noches y verán... ¿O no miran? ¿O no escuchan? 
Me siento terriblemente conservadora releyendo esto que escribo. Pero es que soy madre. Y no hago otra cosa que pensar en esos pobres padres, en esas pobres familias, que han perdido a sus hijas. No creo que pueda existir nada más terrible.

domingo, 28 de octubre de 2012

Curiosidades principescas

Hacia ya muchos años que recibía la invitación. Tantos como hacía que la declinaba o la traspasaba a algún miembro del equipo que diera -digamos- la vida por trasladarse un día a Oviedo para asistir a los actos programados para celebrar la entrega de los premios Príncipe de Asturias.
En 2011 prometí a la directora de la Fundación, Teresa Sanjurjo, que iría. Soy persona de palabra. Y cumplí mi promesa. Y una vez que la hube cumplido, hice otra, esta, a mí misma. Me comprometí a que salvo problema de causa mayor o acontecimiento obligado acudiría a la llamada del redoble de tambores y gaitas de todo Asturias que proclaman que los Premios están listos para ser entregados y los protagonistas dispuestos -todos: la Reina Doña Sofía, los Príncipes de Asturias, Don Felipe y Doña Letizia, jurado y premiados- a dar a España una de esas escenas que dignifican el país. Porque alli, en el teatro Campoamor de Oviedo entendí que esa era la España que me gustaba, la del saber, la del talento, la de la ciencia y la cultura, y deseaba regodearme en ella siempre que la ocasión lo permitiera.
Reconozco que el primer año, aquel de 2011, lo fue especial. Por el sopetón de lo inesperado. Por la escenografía. Y por algunos de los actores, entre los que cabe destacar a Leonard Cohen -cuando entonó su discurso, aquella voz que solo conocía cantando se me clavó en la médula hasta colmar todo mi cuerpo de tensión- y a los héroes de la central nuclear japonesa de Fukushima -fue el año del terremoto de Japón-. Mucho más emocionante que, en general, los premiados de 2012.  Sin embargo, esta nueva edición, vista con lo ojos de quien ya conoce los mecanismo, me ha permitido descubrir otros detalles.
Me emocionó, por supuesto, todos los grupos de asturianos vestidos con sus trajes regionales, tocando la gaita en el paseo que va del Hotel Reconquista -donde tiene lugar la comida homenaje a los premiados, comida en la que puedes cruzarte con ellos y con los Príncipes, pero también con ministros o con el presidente del Principado, o con el anterior, Álvarez Cascos que no se perdió evento ese día (por cierto, me impresionaron los pendientes de su esposa, María Porto, en la ceremonia de entrega de los premios..., si eran esmeraldas y brillantes, eran de caer de espaldas, si no, también)- al Teatro Campoamor, donde se hace entrega de los premios, también escoltado por gaiteros y este año por "indignados" que preferirían que unos premios así no se celebraran (qué torpeza).
Me emocionó la entrada de la Reina. O mejor dicho el aplauso propinado a Su Majestad. Un aplauso más largo e intenso que el del año pasado y, dicen los enterados, que también mayor que otros años. Había respeto, cariño y, entendí o quise entender, complicidad con ella que tantos "sapos" está tragando últimamente.
Me emocionó el discurso del Príncipe, en línea con lo que me pareció que eran los galardones de este año, unos galardones de concordia, de paz, de humanidad. Y volvió a parecerme que aquel aplauso era también más generoso que el del pasado, como de decir "Bien, Señor, muy bien, entendemos lo mal que lo está pasando y le apoyamos". Y me gustó comprobar cómo sonreía agradecido y cómo Doña Letizia le agarraba un par de veces la mano, en esta ocasión no para sentirse segura Ella sino para darle la enhorabuena y otorgarle seguridad a Él.
Me hizo gracia la entrada de Sara Carbonero, la novia del premiado Casillas, a la que todo el mundo esperaba ver, casi con la misma intriga con que aguardaban a la Princesa de Asturias. Y cómo los palcos de los invitados del Real Madrid, por Casillas, y del Barcelona, por Hernández, estaban uno junto al otro y cómo Laporta cambió su lugar en primera fila del suyo para ocupar la segunda, al lado de Fernández Tapias, con quien hablaba, bromeaba y chocaba manos. Me hizo muchísima gracia el cuerpo de la filosofa premiada Martha Nussbaum, más de nadadora y bailarina que del que se supone a una intelectual, que por cierto andaba a saltitos muy como una bailarina.
No me hizo ninguna gracia que algunos invitados de los premiados salieran de sus palcos nada más acabar la ceremonia, sin esperar la retirada de los Príncipes. Tampoco la poca asistencia gubernamental. Un año más pensé que en ese momento en el que Urbi et Orbe puede presumirse de nuestro país y de estos premios que son de categoría de Nobel, el presidente de Gobierno debería hacer acto de presencia. Son "nuestros" premios, y también del Presidente... Y hablando de presidentes, me gustó ver al de Cantabria, bueno al ex, Revilla, marcar el ritmo del himno de Asturias con sus manos sobre sus brazos y sobre una barandilla, al tiempo que las gaitas -que no son mi instrumento favorito- un año más conseguían nublar mis ojos.

viernes, 26 de octubre de 2012

Sorpresas te da la vida

Las semanas no siempre empiezan con tantas sorpresas. O diré mejor: no siempre las sorpresas que te depara una semana son tan agradables como la que me visitó a comienzos de esta última. Porque el lunes se daba a conocer la lista de las Top 100 Mujeres Líderes en España. Y yo era una de ellas. Las listas siempre son una quimera. Hay nombres irrefutables. Sea el campo que sea, hay personas de las que nadie duda que merezcan aparecer en ellas. Es evidente que entre las españolas que conozco hay tantas que considero líderes, importantísimas y demás calificativos que las santifican, que son un clásico para esa clasificación. Conozco a muchas mujeres que son líderes, figuren o no en elencos oficiales. Grandes mujeres. Está claro que yo no me puedo comparar -ni oso- con ellas. Y por ende está más que justificado que fuera una sorpresa mi aparición en esta, clasificada en diez apartados: Académicas e investigadoras, Comunicación, Cultura Ocio y Deporte, Directivas, Emprendedoras e Innovadoras, Empresarias, Pensadoras y Expertas, Políticas y Funcionarias, Tercer Sector y Medios
(ahí estoy yo).
Como una buena sorpresa, así me lo tomé yo, agradecida a Mercedes Wullich, directora de la web Mujeres y Cia, que por segundo año organiza la lista que no es suya sino de un jurado tan variado como las propias premiadas, al que igualmente agradezco su voto.
No quiero hablar mucho del ranking, porque incluso yo dudaría de mi misma en mis valoraciones y sentiría vergüenza ajena, sabiendo que mis palabras van unidas a un premio. Pero sí hablaré de algunas mujeres que estaban allí, con sus merecimientos, con su alegría y su buen hacer. Y sobre todo de Mercedes, que ha construido consu empeño una web, que es másque eso, que es una red en la que "pescar" talentos femeninos en España y, desde este año, también en su tierra natal, Argentina, adonde va a exportar el concepto de las top líderes, aunque la mitad de la empresa, que son doce (o sea 6), ya trabaja desde el otro lado del Atlántico. Gestionar los conceptos de género y materializarlos es un lío -para qué engañarse-, un lío porque no tanta gente lo valora, lo entiende y/o lo apoya. Construir una empresa en la que los objetivos tienen que ver con el género es aún más complicado y, para algunos, esotérico. Por eso es más de agradecer, y yo desde luego agradezco, que alguien haga de un tema así su leit motiv. Por eso, gracias Mercedes, a ti y a tu familia que está tan involucrada en ello como tú misma.
Me encantó coincidir con mis amigas Nuria Vilanova, a quien admiro muchísimo por su capacidad de trabajo y visión global; Mónica Deza, ejemplo de trabajadora pero me atrevería a decir que más aún de madre..., y qué madre; y María Gómez del Pozuelo, visionaria de género, líderes en la categoría de Emprendedoras e Innovadoras. Sentí emoción encontrándome con Pilar Mateo, a quien premié en mi época de directora de Yo Dona, líder en la categoría de Académicas e Innovadoras, junto con María Blasco, a quien ambiente había premiado. Como ocurrió con Inma Shara y Edurne Pasabán, aunque ellas no estaban en el acto, líderes en Cultura, Ocio y Deporte. Un honor coincidir con las directivas Karina Szpilka , Amparo Moraleda o Rosa María García a las que admiro profundamente, líderes Directivas. Me sentí honradísima por Catalina Hoffman, Elena Benarroch, Mónica Oriol y Osa Oriol, en la categoría de Empresarias; María Benjumea, en la de Pensadoras y Ana Pastor, en Medios...
Sorpresa agradable. Sorpresa compartida. Gracias y enhrabuena.

sábado, 20 de octubre de 2012

La ascensión del chonismo

Supongo que seria hace algo más de un mes, y supongo bien, porque todavía hacia calor. Es más, hacía un calor insoportable. Pero era lo único insoportable. El resto era placer. Acababan de inaugurar la librería La Central, en la plaza del Callao, en Madrid. Y yo, forofa de la marca, acudí a conocer su bello edificio, con capilla incluida (por cierto, la sección infantil está ubicada ahí donde durante un tiempo se rezó). La sorpresa fue inmensa. Por el continente, el contenido (que es del estilo de librero delicatessen, y no supermercado, que adoro) y porque estaba llena a rebosar de gente. Había turistas, sí, pero sobre todo oriundos, curiosos y compradores de cultura.
Lo disfruté por eso, como disfruto cuando los ámbitos culturales se llenan de vida y esta los inunda de interés.
Lo disfruté como disfruto cuando comparo ese interés cultural con el adocenamiento cerebral al que somete la televisión.
La comparación no es recurrente. Es pertinente. Hace unos días deseé que fuera hora más temprana, para salir huyendo en dirección a La Central, con un único plan: comprobar que la vida es normal, que la ente es normal, que el chonismo no es pandemia. Como la librería ya estaba cerrada a esas horas, decidí ponerme a leer un libro (a la sazón, Misión Olvido, de María Dueñas), capaz de dar un soplo de aire fresco a mis neuronas y a mi corazón, indignadas unas y acelerado por la rabia el otro, después de ver cinco o diez minutos el debut de ese horror -no solo televisivo- vital que es Gandia Shore (remedo patrio de otro esperpento internacional, que es Jersey Shore). No lo pude soportar. Me ofendió. Me dio vergüenza ajena. Me sorprendió tanta chabaquenería reunida en tan pocos metros cuadrados. Ellos y ellas no parecían de este mundo. Mi hija me decía que no me preocupara, que eran actores. Y me producía aún más vergüenza ajena; como si fuera alentador que un grupo de profesionales imitara el ascender social del chonismo, que es lo que parece propugnar el supuesto reality. No me hace gracia el friquismo ni me gusta recrearme en la vulgaridad. No fueron más de diez minutos, para saber de qué iba aquello y para abandonarlo y conseguir el abandono familiar al completo.
Pocos días después, leí que se estaba pidiendo que los anunciantes retiraran la publicidad del programa. Deseé que así fuera. Deseé que aquel esperpento nacional nunca hubiera existido o que, como mucho, fuera un mal sueño. No quiero que la juventud que me rodea mire esos escaparates, como si fueran algo natural. No quiero que se difunda esa imagen de mi país.
Suerte que escribo después de ir al cine, después de ver Lo Imposible, de Juan Antonio Bayona, en unas salas en las que se proyectaba otras dos películas españolas, la de Trueba y Blancanieves..., más una de productor español, A Roma con amor. Y... las salas estaban llenas y la gente se agolpaba para coger sus entradas...motivos para el optimismo.

domingo, 14 de octubre de 2012

Y las niñas españolas, qué?

Me gustó celebrar el pasado 11 de octubre el Día Internacional de la Niña. Aunque me sulfuró. No porque no estuviera de acuerdo en celebrar, no soy de las personas que se oponen a este tipo de eventos, ni de las que los siguen a cuchillo... No, en realidad, los sigo, pero desearía que no tuviera razón de ser su existir. Y más este. Me gustó porque cuando se habla de niñas se habla de las eternas olvidadas, doble o triplemente marginadas, por ser mujeres, por haber nacido en la pobreza y en el subdesarrollo. Me gustó porque con este gesto se recuerda que los objetivos del milenio están para ser cumplidos y que, señoras y señores... -redoble de tambores-, quedan apenas tres años para conseguirlos, y que ni de broma se van a lograr, vamos. Y me horrorizó ver escritas en muchos medios las cifras de la vergüenza internacional. Sentí pena y desesperación y ganas de gritarle al mundo porque, por ejemplo, 75 millones de niñas en el mundo no van a la escuela y una de cada tres no termina la enseñanza secundaria. Porque cerca de 900 millones de niñas y mujeres en el mundo viven por debajo del umbral de la pobreza, con menos de un dólar al día. Porque cada año, unas 800.000 niñas son explotadas sexualmente. Porque, la primera experiencia sexual que viven las "niñas de la calle" suele ser una violación, que se produce entre los 10 y los 14 años. Porque el 50% de las agresiones sexuales la sufren menores de 16 años. Porque cada año aproximadamente 2 millones de niñas son sometidas a la ablación del clítoris. Porque, según informes de UNICEF, en el mundo hay aproximadamente 400 millones de mujeres de entre 20 y 49 años que se casaron siendo niñas, 70 millones de las que tienen entre 20 y 24 (en 2010, 67 millones de niñas fueron casadas antes de los 18 años en países en desarrollo, sin incluir China).
Lo cierto es que este Día Internacional de la Niña se ha centrado en la denuncia masiva del matrimonio infantil forzoso. Un tipo de matrimonio que he leído en algunos informes que va disminuyendo en los últimos años, pero a un ritmo lento. Y que cuando leo otro del Fondo de Población de Naciones Unidas, pienso que de lento, nada, lentísimo -dicho ello de manera irónica, porque lo que veo es que aumenta-: en 2010 la estadísticas dicen que hubo 14,2 millones de matrimonios precoces y se estiman que en 2030 será de 15,1. 
El horror.
Y todos rasgándonos las vestiduras. Yo, la primera.
Y entonces leo un tweet en el que me advierten de que en España las niñas pueden casarse a los 14 años. Y como me sorprende empiezo a buscar información. Sorprendente. Parece cierto. Y ahí me rasgo más las vestiduras y me propongo hacer campaña para que se cambie la edad mínima de matrimonio en España. ¿Por qué -digo yo- las ONG que trabajan en estos temas, y cuya labor alabo al cien por cien no incluyen reivindicaciones de este tipo relacionadas con nuestro país? ¿No es un contrasentido que a los 16 años una niña pueda donar un riñón o hacerse una operación de cirugía estética y trabajar desde esa edad (lo que me parece temprano en ambos casos), por no entrar en la polémica del aborto con o sin autorización paterna a esa edad... y que pueda casarse a los 14, con consentimiento o sin él expresamente expedido si nadie se opone? Seguro que muchas voces dirá -yo tambien lo he pensado, por cierto- que se producen poquísimos matrimonios en esa situación. Cierto. Pero no lo es menos que es posible que esa edad mínima del matrimonio esté relacionada con la de la de consentimiento sexual que en nuestro país se establece a los 13 años, una de las edades más bajas de Europa, si exceptuamos al Estado Vaticano, por cierto que la tiene en los 12 años... No sé al resto..., a mí me parece un escándalo, y un argumento para las ONG españolas.

sábado, 6 de octubre de 2012

Orgullo español

Casi ausente de mi hábitat durante cerca de quince días, Milán y París me prestaron el suyo, que es ya, también un poco el mío, en ese momento del año (uno de ellos) en el que asistiendo a sus semanas de la moda te sientes como una especie de avatar de ti misma, que vive a saltos, que acaba casi con el síndrome de Stendhal (si los turistas no saben dónde vieron qué cuadro, por ejemplo, quienes vemos diez desfiles un día y visitamos ocho showrooms no recordamos en ocasiones qué diseñador optó por el color y quién por el negro..., que por cierto cómo me alucinan las periodistas, estilistas y directoras de moda que no toman notas...!). Dios me libre..., no me atrevería a hacer un resumen de tendencias, que para eso están las especialistas. Pero mi periplo me sirve para saber, desde luego, que nos vamos a hartar de rayas, en la próxima estación, que el negro y el blanco van a volver a jugar a algo más que a las damas, con nosotras mismas, porque no hay combinación más elegida entre los creadores, que la napa no nos abandonará tampoco en la próxima estación, que las plataformas ahora sí que sí están llamadas a desaparecer, que habrá (seguirá habiendo) brillos por doquier, que los tejidos evolucionan de forma maravillosa, convirtiéndose en los reyes de la jugada, cada vez más raros, más exquisitos, más mórbidos, que la mezcla femi-mascu se ha convertido en el ying y el yang auténtico de la moda, que el pelo se recoge exquisitamente, que siguen los accesorios XXL, pendientes incluidos, que los estampados han dejado de ser solo flores, que siguen en forma los geométricos y vuelven los selváticos, que los sesenta se revistan una vez más y que las estaciones se juntan como los polos opuestos, de manera que lo que debería ser primavera parece invierno y el verano torna en otoño, o lo que es lo mismo, que la piel de pelo ha presentado su cuerpo en muchos desfiles, especialmente durante la pasarela de Milán.
La estación ha sido sobria, básicamente, con una atracción asegurada en la lucha entre Dior y Saint Laurent, o mejor dicho entre Raf Simons y Hedi Slimane, con especial interés en el segundo, que hacía su primera colección para la casa (Simons ya había realizado la Alta Cotura otoño-invierno). La pelea se había establecido con antelación, pero claro una cosa es la boquilla y la tinta y otra muy diferente la pasarela. A mí me encantaron ambos. Y hay quien me criticó. Me gustó Dior y su re interpretación de la chaqueta 'bar' hecha vestido; me gustó que incorporase los shorts bajo las faldas y que llevara la rosa Dior a las faldas míticas de noche en tejidos que sobrepasan el siglo XXI. Me satisfizo descubrir que Suzy Menkes destacaba también esas prendas. Y me encantó el trabajo de Slimane, que no vi en directo, sino gracias al diferido de internet. Me apasionó su re interpretación de la sahariana,  sus pantalones y sus chaquetas esmoquin, sus lazos... su aroma al maestro sazonado no de modernidad porque el gran Saint Laurent  lo fue ya mucho, sino de contemporaneidad.
Y hablando de contemporaneidad, me fascinó la pequeña (y segunda) colección de la modelo española Vanesa Lorenzo, que visitamos Natalia Bengoechea y yo con auténtico cariño, el que se merece Vanesa, siempre tan cariñosa y normal... Su colección inteligente, con piezas simples y absolutamente llevaderas ¡siempre!..., ropa que  se nota que es la que le gusta llevar a ella, también mezcla de verano e invierno..., realizada en materiales exquisitos, como cahsmeres, linos y hasta las telas de lengua mallorquinas... Por eso digo que sentí orgullo español.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Señoras, a los fogones

Siempre he querido hacer cursos de cocina, claro que nunca sé si me gustaría hacerlo o
más bien me gustaría que me gustase, porque pertenezco a ese grupo de personas que pensamos que cuando algo quieres o algo te gusta lo haces..., y, eso, pues yo no lo he hecho y nunca encuentro ese tiempo requerido para hacerlo. Pero bueno...
Me gusta cocinar.
Me gustan los libros de cocina y los marco como si cada día fuera a experimentar una de sus recetas.
Me gusta comer, y siempre digo que merecería ser una gordita a tenor de mi gusto por comer mucho y bien.
En los últimos días me he  provisto de dos libros de cocina que me van a acompañar durante la próxima temporada, lo que no deja de ser importante cuando se están renovando los armarios... Y no es una tontería que pienso o escribo..., porque la cocina es la nueva moda.
El primero es un libro por el que siento un cariño especial, entre otras cosas porque es idea y realización de mi hermana Gema, involucrada en los proyectos de la ONG Fundacion Jigi Seme, "Sostener la esperanza", que trabaja para mejorar la vida de los niños de Burkina Fasso. Lo más curioso del libro, cuyo título Recetas contra el hambre es no solo su lento sino elocuente, es que las recetas son internacionales (vaya novedad!), pero seleccionadas por niños que aparecen con sus nombres y apellidos (y los dibujos de sus recetas (y esto sí que cambia el cuento!). Se trata, pues, de rcetas sencillas..., tan simples como la hambruna que sufre la población burkinave, entre otras cosas debido a la sequia con la que desgraciadamnte ya se han acostumbrado a existir. El libro puede pedirse por internet, a través de la página www.fundacionjugiseme.org

El otro guarda conmigo también lazos sentimentales porque es obra de la insistencia de un amigo periodista asturiano (remarco lo de asturiano por lo que sé que les gusta comer por esos lares) que ha pasado años trabajando hasta conseguir su sueño: concentrar en una publicación a mujeres, grandes mujeres, grandes cocineras, de toda España. Hay una mujer en la cocina se llama el libro, que Gervasio Pérez dedica a su madre y que cuenta con la experiencia y los platos magníficamente bien explicados de 48 mujeres chefs de todo el territorio español.
A imitar. Y a comer.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Buenas maneras

Cuando era pequeña y escuchaba a mi bisabuela hablar de las clases de urbanidad me partía de la risa. Me parecía, claro, trasnochado. En mi casa se hablaba de educación. Sin más. Ayer escuché a uno de mis sobrinos, que ha pasado parte del verano en un campamento estadounidense, hablar de las clases de Manners, maneras, modales... o lo que mi bisabuela llamaba urbanidad. Recordé pues con cariño a aquella mujer que siempre vestía elegantemente de negro... Y ya no me reí de su término urbanidad, como no se me ocurriría reírme del término manners. Viene bien recordarlo, enseñarlo cuando tienes hijos y aprenderlo casi de bebé. Y lo digo estigmatizada y chocada como me ocurre cada verano, por los comportamientos observados en la playa y en los viajes.

Los vociferios en las playas, por ejemplo, o quienes sacuden la arena de su toalla en tus narices y a favor de tu viento, o sea contra tu cara o tus nalgas no aprendieron maneras y se quedaron en el egoísmo infantil del ya mismo y como yo quiera. Quienes viajan en avión con la chancla puesta, la camiseta a medio camino entre la ocean que usaban nuestros padres y la de campeón olímpico, por supuesto con bermudas casi bañador o el biquini asomando bien visible por la camisa o la camiseta y los hot-hot-hot pants, como si el aeropuerto estuviera en primera línea de playa, esos tampoco recibieron las útiles clases de educación en maneras. Es probable que alguien piense que soy una rancia o una antigua y me da igual, completamente igual. La chancla no es zapato para viajar en avión o tren ni para acudir a una entrevista de trabajo. El biquini es para la piscina o la playa o el río y no para andar por la calle o exhibirlo en el viaje, por más que hayas aprovechado hasta el último minuto de sol (por cierto, qué horrible a la par que poco saludable el moreno marrón chocolate que aún pasean algunos cuerpos), antes de volver a casa.  

Con lo que no estoy completamente de acuerdo es con que esas maneras, es decir las buenas maneras, deban impartirse en el colegio o en campamento. Todo eso se aprende en casa. De esa responsabilidad habría que examinar a los padres, y la asignatura enseñarse casi desde los primeros meses de vida, con mucho cariño (que considero clave esencial para que la disciplina se adquiera y asuma más como una riqueza que como una condena). La educación, la responsabilidad, las buenas formas son elementos fundamentales para la convivencia. Se valoran y se echan de menos en cualquier actividad en la que interviene más de uno; en la pareja, en la familia, en la comunidad de vecinos o en el trabajo, mucho en el trabajo.  

martes, 4 de septiembre de 2012

¿Es visionaria la moda española?

"Las personas que están suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo... son las que lo cambian." Leo esta frase en la biografía de Steve Jobs y ya no puedo dormir. Tengo que ponerme a escribir. Porque la frase ha dado en el clavo o ha dado un martillazo más -tal vez el necesario-  a mi clavo, al que tiene que ver con la creación, a ese que toca y retoca en mi cabeza sobre todo después de ver la pasarela de moda madrileña. Es verdad, puede pensarse que nada tiene que ver la moda con el Mac, la pasarela con Jobs... Y es cierto, o relativamente cierto, porque ya nada podemos hacer sin la informática y el santo Jobs (que de santo no tuvo nada y de paciente menos) nos cambió la vida, y me atrevo a creer que para siempre y también la del mundo de la moda, aunque solo sea porque gracias fundamentalmente a él cualquiera hace fotos en la pasarela y vídeos que lanza al mundo, que ve casi en directo lo que nuestros propios ojos. El caso es que la frase es la que acompañó a una de las magnificas campañas Mac, aquella que decía "Piensa diferente". Esa frase me la he repetido en innumerables ocasiones estos días en los desfiles de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid. En plan critico. Sí. Desde luego.
Durante años he defendido y apoyado la moda española. Durante años he aplaudido su internacionalización. Durante años he mostrado un panorama de moda española que despuntaba. Durante años he hablado de marca España. Y hablo en pasado solamente para tomar impulso para después decir que seguiré haciéndolo, porque soy española,,pies sí, pero no soy nada fanática, sino más bien porque creo que es la nuestra y que debemos apoyarla en lugar de denostarla, como en ocasiones se ha hecho. Pero no hay mejor manera de apoyar, de ayudar, que la de la lealtad, la de llamar a las cosas por su nombre. Me decía un fotógrafo acostumbrado a recorrer ciudades internacionales fotografiando sus desfiles que si en París se había notado la crisis cómo no iba a notarse en Madrid... Y así debe de haber sido, aunque la verdad es que yo he visto buenos desfiles en esta edición de la pasarela y, por ejemplo, unos tejidos que han mejorado en los últimos años. Pero parafraseando a Jobs, ¿Quieren los diseñadores españoles cambiar el mundo..., aunque sea el de la moda? Se diría que no. Porque en general no piensan diferente. Y no sé cómo no se aburren. Adoro a muchos de ellos. Son brillantes. Se merecen que les vaya mejor. Deberían tener mejor distribución, y una industria adecuada, y una mayor visibilidad en los medios de comunicación... Pero yo pediría una reflexión generalizada: pensar diferente para la próxima pasarela. Eso supone, por ejemplo, dejar volar más la imaginación..., porque si la pasarela no tiene algo de fantasía y de magia..., para qué hacerla..., no se trata de presentar imposibles, pero sí de incitar, como poco, al sueño. Pensar diferente es estilizar los desfiles, buscar un ojo que ayude, nuevamente, a comercializar la magia o a hacer magia con lo comercial. Pensar diferente es abrir la mente a estímulos, a inspiraciones, para inspirar después al respetable. Y es también editar los desfiles, lo que equivale a acortar, limpiar y dar esplendor... (hablo por mi propia experiencia: mis textos mejoran cuando otros los leen..., ya estoy esperando a algún gracioso o graciosa que me diga que se nota que este no lo ha leído nadie..., a lo que contestaré que, en efecto, así es..., que hay que reírse de uno mismo), porque no entiendo la manía de hacer desfiles largos sobre todo cuando son largos y repetitivos. Pensar diferente significa arriesgar, y eso no tiene nada que ver ni con la crisis, ni con las oportunidades, ni con las fechas; supongo que tiene que ver con las ganas, con la pasión, con el deseo de poner patas arriba las cosas, para cambiar el mundo, aunque sea el mundo de la moda. ¿Jugamos?

viernes, 31 de agosto de 2012

Jesusito de mi vida

Hacía años que no utilizaba esta fórmula y años hacía tantos, que puede que si comenzara a recitar aquí la oración, canción, mantra inductora del sueño errara alguno de sus versos. Hacía ya muchos años y puede que venga al caso, aparte de al corazón y a la memoria, porque es el justo momento en el que podría evocarse el 'jesusito de mi vida', dada la alta hora nocturna. El título y las sensaciones me exigen, pues, nocturnidad y alevosaí en la escritura, amén de que estos días -y me refiero por días a las horas que trancurren en el arco de los dos nueves- se resisten, dada la intensa actividad que se deriva de los desfiles de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid.




Fue sin querer anoche. Entré en el parque de El Capricho, en Madrid, para disfrutar del desfile de Del Pozo, el primero bajo la dirección artística de Josep Font. Inmediatamente, solo de estar allí (y no digamos cuando vi la primera salida del desfile) pensé por vez primera en Jesús del Pozo (desaparecido en agosto de 2011) y en cómo aquel bello lugar y aquella pulida realización los hubiera hecho suyos al instante. El pensamiento iba y venia ente dos jotas: de la de Jesús, por cariño, recuerdo y añoranza, a la de Josep, por cariño, reconocimiento y agradecimiento.
Qué desfile tan bello. Qué telas, qué plástica tan espectacular, en aquel recinto y día en el que empezó a cambiar la climatología madrileña, que empezó a ver como comenzaba a delinearse la desaparición de los calores veraniegos para dar paso a una brisa más otoñal, que movía los visillos del palacio de El Capricho, ataviado para la ocasión por la firma Del Pozo (la marca de perfumes tiene mucho éxito en Latinoamérica y se busca una expansión internacional en la que Jesús no pega; también Dior perdió el Christian, y Chanel, Coco, y Versace, Gianni), dándole al espectáculo un novel más cinematográfico, si cabe.
La grandeza consistió en dejar ver el espíritu de Jesús, de una manera poco obvia, pero bien patente, en algunos colore y fundamentalmente en algunas formas, y al mismo tiempo mantener el espíritu fontiano, si es que podemos llamarlo así. Sé que le gustó a Josep que le dijera que agradecía que no hubiera traicionado al pasado y su protagonista pero que tampoco se hubiera traicionado a él mismo. Lo dije como digo las cosas, por sentimiento y con convencimiento. Bastaría repasar la historia de ambos para descubrir su impronta. Bien hecho, acabado, con un toque de costura que fue el signo de distinción de los dos históricamente, y todo hay que decirlo, con un trabajo exhaustivo de los talleres que han trabajado todos los últimos fines de semana,
Pasé, como la inmensa mayoría de los presentes, todo el desfile emocionada, recordando, tributando y agradeciendo el tributo. Gracias Josep porque la sensibilidad es patrimonio de unos pocos, porque el amor por el trabajo bien hecho se nota, porque ambiente destaca ese deseo de perfeccionismo que a menudo conduce al sufrimiento, pero que una vez puesto en escena es foco de felicidad. Gracias por habernos dejado creer en la magia y en el sueño... Y por cierto sigue trabajando las joyas, que eran bellísimas. 

sábado, 25 de agosto de 2012

Volver a la tierruca




Desde Noja

Atardecer en la playa de Los Peligros


Somo con marea baja
 Volver, siempre volver es el deseo. Llegar para partir. Siempre con el calendario en la mano, organizando el siguiente momento de gratitud. Así es siempre. Así vuelve a ser este año, una vez más este año me trató bien la tierruca. Y quiero volver. Sé que vuelvo y aun así la nostalgia... , no sé tú, pero yo ya te empiezo a echar de menos, manipulando el bolero de Luis Miguel. Llueve para acabar la vacación. Llueve para recordar que este verde no es tan verde porque alguien lo pintó de verde, sino porque lo esculpió el agua, como esculpe la roca en Noja, como deja aislados a los veraneantes en Isla, como juega con las vistas y los bañistas, con un compás de marea que para sí quisiera un compositor de postín.
Llueve hoy para recordar que los días no son todos aquello que quisiéramos, que el concepto de bueno a veces cambia o cambia siempre entre el sur y el norte, y lo que es bueno abajo, se transforma arriba en chicharrera indeseada.

Llueve para recordar que lo que en el sur podría ser vuelta y vuelta a la parrilla del sol y un ratito al agua para refrescarse son aquí palas y caminatas y un rato al agua, solo los más valientes,  este año para aliviar el calor, pero en general para jugar con las olas, a cuerpo o a tabla.



Llueve hoy para que las hortensias sigan su curso y alcance la higuera el tamaño que esperamos de sus higos, y para que crezcan las cebollas que vimos sembrar ayer y surjan los tomates de Bezana, gigantes, para comer en forma de solomillo, con sal gorda y buen aceite.
Llueve para recordar que el norte es bello y que su turismo se cuida cada vez más, porque no nos importa ir con el coche pertrechado del bikini, la rebeca, la gabardina y el paraguas, por si las gotas.









Llueve y dudo si son mis lágrimas.
Deseo de siesta frente a La Magdalena




sábado, 18 de agosto de 2012

"Hay que ser más tolerante, Mariano"

Vaya por delante que estoy dispuesta a admitir, compartir y debatir todo tipo de críticas. Vaya por delante que estoy segura de que recibiré todo tipo de críticas. Vaya por delante que nunca he recibido extorsión alguna, ni una amenaza. Vaya por delante que ni yo ni mi familia hemos tenido que salir de nuestro hogar, huyendo de amenazas de muerte, extorsión física o económica. Lo más cerca que he podido sentir la existencia de esos malnacidos y peor vividos fue durante una època en la que un familiar "político", concejal de una ciudad española, contaba cómo miraba cada mañana los bajos de su coche por si las bombas o a través de una amiga que explicaba lo desagradable que era llevar escolta incluso para realizar una actividad tan normal y corriente para cualquiera como ir se compras. Si digo malnacidos siento incluso vergüenza porque en el calificativo puede que me quede corta. El asesino lo es por definición y me intrigan las mentes de quienes son capaces de matar a otros; digo las mentes y no los sentimientos porque me extraña que puedan tenerlos, al menos, los asesinos terroristas, solo equiparables, desde mi humilde opinión que es solo personal y carece de base jurídica, con los asesinos de niños (claro que también hay niños víctimas directas o colaterales de actos terroristas).
Por eso, la primera vez que leí que podrían poner en libertad condicional al secuestrador de Ortega Lara, Uribetxeberria Bolinaga, me llevé la manos a la cabeza y clamé al cielo ante lo que me parecía una ignominia. Sin embargo, continué leyendo los días siguientes y escuchando otras voces que no están teñidas ni por el favor ni por el odio gubernamental. Y he entendido los motivos por los que se le podía liberar (aunque mi fuero interno y esa especie de vengador que todos somos susceptibles de llevar dentro me dictara la frase de que se pudra en la cárcel), que no son otros que justamente aquellos de los que el susodicho y sus secuaces carecen, es decir humanidad. Piedad, caridad, humanidad que obligan a pensar que quien va a morir pueda hacerlo en casa y rodeado de los suyos. Lo contempla el Código Penal. Lo contemplan las normas morales. Ya sé, ya sé que ellos no tienen ni han tenido ninguna de esas normas. Pero de no creer lo que creo también estaría a favor de la pena de muerte (por qué no matar con el máximo castigo posible a quienes lo infligieron a inocentes?) y no, no lo estoy ni he estado ni estaré nunca. 
Pensando en escribir esto me encontraba ayer, cuando, al abandonar la playa escuché la advertencia de una señora a su marido:"Hay que ser más tolerante, Mariano!". Qué habían pensado...?

sábado, 11 de agosto de 2012

La responsabilidad individual y colectiva

Será que pertenezco a una generación en la que nos enseñaban la importancia del examen de conciencia. Será por personalidad. Será por mi pertenencia a familia numerosa. Será por educación (es, sin duda alguna, por educación; gracias, padres). Sea lo que sea, el caso es que llego la responsabilidad a veces incluso hasta convertirlo en fardo, porque me da la impresión  de que me incumbe incluso cuando nada tiene que ver conmigo (o sí?). Por eso recibo como agua de mayo un tweet de mi amiga Carmen, que es de esas amigas que siempre me iluminan con sus certeras opiniones y con su filosofía aplicada a la vida cotidiana. Si enseguida lo retuiteé, me  gusta compartirlo aquí. Porque una vez más me ha hecho reflexionar. Decía: "Cada español debería cuestionarse de manera individual qué puede hacer para más y no entretenerse tanto en pensar qué pueden hacer por él". Si yo tuviera algo que ver en el sector enseñanza en este país, escribiría una circular simplemente con esta frase y la remitiría a todos los colegios, con el ruego de que la repartieran entre sus alumnos y sus padres. No digo yo que tuviera el efecto de un tsunami, porque hace ya muchos años que dejé de creer en los magos de Oriente, pero confío en el deseo de mejora de la naturaleza humana y, táchenme de inocente si se así lo desean, que a mí no me importa en absoluto, pero siento que la misiva haría reflexionar a muchos y en cierta medida obligaría a los profesores a recordarla a sus alumnos, aunque solo fuera en las horas destinadas a tutorías (si bien estoy convencida de que este tipo de enseñanzas se imparten en casa, desde bien pequeños, pero ese sería otro escrito.)
Desde que recibí o leí el tweet le he dedicado algunos minutos de, como mínimo, recuerdo. Hoy, leyendo el periódico, y viendo la irresponsable -a mi juicio- actitud del alcalde de Marinaleda, así como su desafío a la ley y a la autoridad, él que como máxima autoridad de su localidad sabe de la importancia de mantenerla, siento que debería mandarle la frase de mi amiga Carmen. Daría algo por saber que al menos lee esto, cosa que dudo... No voy a repetir aquí ni sus palabras ni sus actos, entre otras cosas para no darle publicidad. Solo diré que si yo fuera ciudadana de su pueblo pediría su dimisión. Si yo fuera el cura o parte del claustro de su pueblo pediría su dimisión. Si yo tuviera algo que ver en su partido político exigiría que no exhiba más sus siglas y estaría estudiando ya los estatutos para apartarle del mismo... En fin, que haría lo que estuviera en mis manos para desaforar a alguien que incita a asaltar supermercados y que afirma que afanar viandas no es robar. Por eso hablo de la responsabilidad individual y colectiva, porque sí creo que se puede cambiar para mejorar, porque sí creo que uno es responsable de sus actos y que colectivamente se debe, como poco, pelear contra el irresponsable. Y por cierto..., cómo es posible que Juan Manuel Sánchez Gordillo lleve el cetro de Marinaleda desde hace 33 años?

martes, 7 de agosto de 2012

Adiós a Anna Piaggi


Los y las jóvenes aficionados a la moda leen su blog, buscan sus imágenes, las tweetean y retweetean..., han hecho de Anna dello Russo un icono de tendencias que ya ha pasado a los anales de su historia. Yo, la verdad, he de reconocer que también me divierto con su activismo fashion-mediático y que sigo su cambio de look diario cuando coincidimos en los desfiles de moda en París o en Milán, porque no, ella a Cibeles, o mejor dicho a la Mercedes Benz Fashion Week Madrid (MBFWM), no viene. Me fascina que cada día elija como indumentaria la del diseñador de importancia, al menos para ella, de la jornada. Que manda Chanel, se viste de Chanel, que Armani, de Armani, que Dolce, de Dolce. Me hace gracia contemplar lo bien que se siente en su faceta celeb antes del comienzo del desfile, fotografiada y perseguida por los cámaras, en su primera fila como corresponde a una directora importante (ella, de Vogue Japón), siempre un punto extravagante, siempre con la ropa de temporada, a veces de pretemporada luciéndola antes que nadie, para regocijo de creadores que saben que es su escaparate humano... y divino. Pero antes que ella hubo otra Anna y hoy se ha ido. Cuando he conocido la muerte de la periodista italiana Anna Piaggi he visualizado no solo a la joven de 81 años, con coloretes de muñeca, los sombreros más estrafalarios y su bastón, sosteniendo unas piernas a menudo tapadas a la manera de un divino arlequín. Digo no solo porque mi mente se ha trasladado de inmediato a su caleidoscopio mensual tan extravagante en apariencia y tan clarividente en esencia como su propia imagen, que era una risotada permanente sobre el mundo de la moda.    Su doble página nos ha enseñado tanto a los amantes de la moda. Nos enseñó la esencia de que la imagen valía más que mil palabras, que la imagen podía ser tan acerada como sus críticas. Fue una sabia y como sabía era temida (y respetada) por los creadores. Necesitamos personas así. De las que aprender, de las que no se callan la boca y sorprenden en cada movimiento, no por sorprender, no por epatar sino por una personalidad fortísima con un alto contenido en la materia que dominan, en este caso la moda. Necesitamos gente sin esparadrapo en la boca.



sábado, 4 de agosto de 2012

La valoración del talento

Podría decir que hubo una época en la que creí que el periodismo podía y debía ser objetivo. Pero estaría mintiendo. Hay una época en la que creo que el periodismo puede y debe ser objetivo. Y es esta. Hoy necesitamos un periodismo veraz más que nunca, objetivo más que nunca. Pero maltratando, persiguiendo, despreciando a aquellos que pelean por el periodismo de verdad no vamos a conseguirlo. Escribo movida por la rabia de asistir al defenestramiento de tres periodistas a quienes quiero y admiro. Hace unos días fue Juan Ramón Lucas, de Radio Nacional. Me encantaba su informativo, por no ideológico, me gustaba, me gusta, su voz y su persona. Hoy, me entero de que se han hecho realidad los rumores y los peores temores de que a Ana Pastor la relevarían de sus "Desayunos" y he sentido no solo rabia sino la desesperación de que el talento no parece ser la medida utilizada para contratar o despedir. Me encanta Ana, aguerrida, creo que objetiva,  inteligente y por si fuera poco guapa. Me gusta su trayectoria. Le alabo el que a su gusto por la información política una el de la información social. Pero eso no es lo importante; lo mejor es que le gusta al público. Alucinante. Y mi disgusto crece cuando leo que otra periodista, esta mexicana, ha decidido abandonar su país por las amenazas de muerte. Conociendo a Lydia Cacho (fue el Primer Premio Internacional YO DONA a la mejor labor profesional) supongo que se trataba ya de amenazas cercanas a la comisión de homicidio del que ha habían estado muy muy cerca quienes la perseguían por sus investigaciones sobre los grupos que se dedicaban por ejemplo al tráfico de niños... Dónde está la justicia mexicana? Dónde está la inteligencia empresarial española que en lugar de premiar el talento premia otras cosas que no me atrevería siquiera a enunciar? Aun así sigo creyendo.

martes, 31 de julio de 2012

En cuerpo y alma

Desde hace días sigo las obras que se están produciendo en un local cercano a casa. Fundamentalmente por dos motivos. En primer lugar, por curiosidad, que forma parte de mis esenciales motores de búsqueda. Tanto, que no he parado hasta conseguir que alguien me confirmara el motivo y meta de las obras. En segundo lugar, porque me pone las pilas saber de proyectos nuevos en un entorno en el que se impone la sensación de estar subidos como sociedad al completo en el "Titanic"..., y todos pensando que el barco acabó como no hay que explicarlo ni a un marciano.  A mí, la verdad es que no me gustan nada los cruceros  ni sus mareos. Y menos aún me place andar todo el día llamando al infortunio habla que te habla del temita. Sin pecar de ingenua, consciente de la que está cayendo, lo soy también de muchísimos proyectos nuevos, de la fuerza de muchos empresarios, emprendedores, algunos visionarios, realistas los más, que ponen su empeño en el desarrollo de nuevos negocios. E intento darles la publicidad posible. Sin ir más lejos, yo misma ando embarcada en nuevos proyectos que me ilusionan a mí y despiertan en los demás una pasión -ojalá- similar a la mía, que es loca y profunda, y la sensación benéfica de que existen empresas dispuestas a crear y crecer.
Cuando además he conocido el destino del  local la satisfacción ha sido mayor si cabe. Me lo contaron en uno de los establecimiento de alrededor. Creo que ellos también estaban contentos; porque una apertura es positiva y porque les proporcionada tránsito. Pero también les gustaba como a mi el concepto. Vale. Ahí va, desvelo el misterio. Un local destinado al cuidado del ser humano. Así , casi al completo. Para masajes, para cuidados corporales y -ahí viene la novedad, al menos para mi y mis conocimientos- psicólogo. Ya era hora de que se entendiera que el psicólogo forma parte del cuidado integral del individuo. Incluir cuerpo y alma en un centro de bienestar me parece de las cosas más contemporáneas que he escuchado últimamente como negocio. Deseando estoy que abra para conocerlo. 

miércoles, 25 de julio de 2012

Siempre París

Durante mucho tiempo y prácticamente siempre por motivos profesionales visité París muy a menudo. Juraba y perjuraba que nunca viviría en aquella ciudad monumental en la que la sangre y la traición escondía su historia. Juraba y perjuraba que solo el amor me llevaría a vivir allí, mientras iba y venía, en ocasiones, una vez al mes, en ocasiones una vez al trimestre... Y viví en París. No hay que explicar por qué. Por amor. Y lloré en París, pero no por la incomprensión que han sufrido muchos y así han narrado, extraños en tierra extraña, no por el tan traido chauvinismo francés, no por añoranza... Lloré en París, movida -removida, más bien- por la emoción de vivir allí intramuros, de pasear por el Sena, de conducir por una calle cualquiera y darme de bruces con la imagen de la Torre Eiffel se diría levitante (por cierto, que siempre lo digo, que la mejor vista del más emblemático edificio parisino se obtiene desde una plaza cercana a Trocadero, que es la plaza de México, y mejor por la noche, por la majestuosidad que logra su iluminación). Volví de París y echaba de menos hasta su comida, que allí nunca deseé en exceso, por su ídem de salsas y aditivos varios; su iglesia de San Agustín, aunque mi condición no sea en exceso religiosa; echaba de menos sus mercados, sus esquinas con tiendas de flores, en especial sus pequeñas tiendas en las que solo se venden rosas, esos pequeños bouquets de colores diría casi imposibles si no los hubiera visto con mis propios ojos; y también sus tiendas de quesos; y las de ropa, cómo no; sus avenidas. Por eso, voy a París siempre que puedo, y me muevo farsante como diciendo si yo vivo aquí..., vivo del recuerdo aquí. Por eso, recuerdo las cosas bellas que sucedieron en París, las mejores, dicho sea de paso, cuando ya no vivía allí. Por eso, busco París o aquellos lugares que me lo recuerdan en pequeñas cosas. Por eso agradezco la invitación de ayer de un amigo con quien antaño compartí horas parisinas a un restaurante que es un trocito de París en Madrid. Su decoración, su comida, su dueña dan fe de ello. El Comité, en la plaza de San Amaro, 4.

viernes, 20 de julio de 2012

He tenido como se tiene siempre en los comienzos de un trabajo, y como por otro lado, suelo tener siempre, una semana de mucha tensión... Y qué felicidad. Los dos últimos días he estado en Barcelona y he decidido quedarme el fin de semana para pasarlo con mis hijas... Tenía un tiempo tras la comida y he decidido tumbarme a leer en la piscina del hotel. Acabó mi descanso. Una familia con niños... He pensado qué ricos, qué estupenda imagen papá gallo, mamá gallina, niña y niño pollitos. Todo empezó poco a poco a ponerse feo. Primero expulsaron a un madurillo que no sabia que lo era o pensaba que a fuer de enmorenarse perdería años y se retorcía el calzoncillo para dejar cada vez má expuesto al sol sus glúteos casi mulatos. Después ha venido lo del ahogo... No he tirado a ningún niño. Ya he dejado bien claro que me gustan los niños... No he sido yo ni el aprendiz de mulato. Tampoco sus padres. Ha sido el niño (la niña sabía nadar), ha sido el niño el que se ha tirado al agua y ha estado a punto de ahogarse, eso sí en presencia de sus padres que, uno desde dentro ya y la otra que estaba fuera y en un segundo (mejor dicho en tres, porque primero ha gritado al marido que estaba bañándose)han salvado al niño que ha llorado. Ellos se han inmutado poco. Al menos no han hecho como hubieran hecho muchas parejas, no se han culpado mutuamente... Y entonces por qué digo que no aguanto a los niños? Ni a ellos ni a los mayores que gritan. Ni a los niños que hablan a voces, ni a los padres que en lugar de acallarlos o como poco calmarlos se disponen a imitarlos... No aguanto a los niños que dicen tacos ni a los padres que para que los niños no lo hagan todavía más a conciencia prefieren callarse en lugar de reprenderlos. No aguanto a los niños que se tiran a lo bestia en las piscinas públicas. Ni a los que comen sin sentarse a la mesa. Ni a los que comen con las manos... Ni a los que gritan máma y pápa y siguen haciéndolo el resto de su vida... No los aguanto... Y ahora que lo pienso qué culpa tienen las criaturas. A quienes no aguanto es a los padres que los educan tan mal... (qué dura manera de abrir un blog)