viernes, 28 de septiembre de 2012

Señoras, a los fogones

Siempre he querido hacer cursos de cocina, claro que nunca sé si me gustaría hacerlo o
más bien me gustaría que me gustase, porque pertenezco a ese grupo de personas que pensamos que cuando algo quieres o algo te gusta lo haces..., y, eso, pues yo no lo he hecho y nunca encuentro ese tiempo requerido para hacerlo. Pero bueno...
Me gusta cocinar.
Me gustan los libros de cocina y los marco como si cada día fuera a experimentar una de sus recetas.
Me gusta comer, y siempre digo que merecería ser una gordita a tenor de mi gusto por comer mucho y bien.
En los últimos días me he  provisto de dos libros de cocina que me van a acompañar durante la próxima temporada, lo que no deja de ser importante cuando se están renovando los armarios... Y no es una tontería que pienso o escribo..., porque la cocina es la nueva moda.
El primero es un libro por el que siento un cariño especial, entre otras cosas porque es idea y realización de mi hermana Gema, involucrada en los proyectos de la ONG Fundacion Jigi Seme, "Sostener la esperanza", que trabaja para mejorar la vida de los niños de Burkina Fasso. Lo más curioso del libro, cuyo título Recetas contra el hambre es no solo su lento sino elocuente, es que las recetas son internacionales (vaya novedad!), pero seleccionadas por niños que aparecen con sus nombres y apellidos (y los dibujos de sus recetas (y esto sí que cambia el cuento!). Se trata, pues, de rcetas sencillas..., tan simples como la hambruna que sufre la población burkinave, entre otras cosas debido a la sequia con la que desgraciadamnte ya se han acostumbrado a existir. El libro puede pedirse por internet, a través de la página www.fundacionjugiseme.org

El otro guarda conmigo también lazos sentimentales porque es obra de la insistencia de un amigo periodista asturiano (remarco lo de asturiano por lo que sé que les gusta comer por esos lares) que ha pasado años trabajando hasta conseguir su sueño: concentrar en una publicación a mujeres, grandes mujeres, grandes cocineras, de toda España. Hay una mujer en la cocina se llama el libro, que Gervasio Pérez dedica a su madre y que cuenta con la experiencia y los platos magníficamente bien explicados de 48 mujeres chefs de todo el territorio español.
A imitar. Y a comer.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Buenas maneras

Cuando era pequeña y escuchaba a mi bisabuela hablar de las clases de urbanidad me partía de la risa. Me parecía, claro, trasnochado. En mi casa se hablaba de educación. Sin más. Ayer escuché a uno de mis sobrinos, que ha pasado parte del verano en un campamento estadounidense, hablar de las clases de Manners, maneras, modales... o lo que mi bisabuela llamaba urbanidad. Recordé pues con cariño a aquella mujer que siempre vestía elegantemente de negro... Y ya no me reí de su término urbanidad, como no se me ocurriría reírme del término manners. Viene bien recordarlo, enseñarlo cuando tienes hijos y aprenderlo casi de bebé. Y lo digo estigmatizada y chocada como me ocurre cada verano, por los comportamientos observados en la playa y en los viajes.

Los vociferios en las playas, por ejemplo, o quienes sacuden la arena de su toalla en tus narices y a favor de tu viento, o sea contra tu cara o tus nalgas no aprendieron maneras y se quedaron en el egoísmo infantil del ya mismo y como yo quiera. Quienes viajan en avión con la chancla puesta, la camiseta a medio camino entre la ocean que usaban nuestros padres y la de campeón olímpico, por supuesto con bermudas casi bañador o el biquini asomando bien visible por la camisa o la camiseta y los hot-hot-hot pants, como si el aeropuerto estuviera en primera línea de playa, esos tampoco recibieron las útiles clases de educación en maneras. Es probable que alguien piense que soy una rancia o una antigua y me da igual, completamente igual. La chancla no es zapato para viajar en avión o tren ni para acudir a una entrevista de trabajo. El biquini es para la piscina o la playa o el río y no para andar por la calle o exhibirlo en el viaje, por más que hayas aprovechado hasta el último minuto de sol (por cierto, qué horrible a la par que poco saludable el moreno marrón chocolate que aún pasean algunos cuerpos), antes de volver a casa.  

Con lo que no estoy completamente de acuerdo es con que esas maneras, es decir las buenas maneras, deban impartirse en el colegio o en campamento. Todo eso se aprende en casa. De esa responsabilidad habría que examinar a los padres, y la asignatura enseñarse casi desde los primeros meses de vida, con mucho cariño (que considero clave esencial para que la disciplina se adquiera y asuma más como una riqueza que como una condena). La educación, la responsabilidad, las buenas formas son elementos fundamentales para la convivencia. Se valoran y se echan de menos en cualquier actividad en la que interviene más de uno; en la pareja, en la familia, en la comunidad de vecinos o en el trabajo, mucho en el trabajo.  

martes, 4 de septiembre de 2012

¿Es visionaria la moda española?

"Las personas que están suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo... son las que lo cambian." Leo esta frase en la biografía de Steve Jobs y ya no puedo dormir. Tengo que ponerme a escribir. Porque la frase ha dado en el clavo o ha dado un martillazo más -tal vez el necesario-  a mi clavo, al que tiene que ver con la creación, a ese que toca y retoca en mi cabeza sobre todo después de ver la pasarela de moda madrileña. Es verdad, puede pensarse que nada tiene que ver la moda con el Mac, la pasarela con Jobs... Y es cierto, o relativamente cierto, porque ya nada podemos hacer sin la informática y el santo Jobs (que de santo no tuvo nada y de paciente menos) nos cambió la vida, y me atrevo a creer que para siempre y también la del mundo de la moda, aunque solo sea porque gracias fundamentalmente a él cualquiera hace fotos en la pasarela y vídeos que lanza al mundo, que ve casi en directo lo que nuestros propios ojos. El caso es que la frase es la que acompañó a una de las magnificas campañas Mac, aquella que decía "Piensa diferente". Esa frase me la he repetido en innumerables ocasiones estos días en los desfiles de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid. En plan critico. Sí. Desde luego.
Durante años he defendido y apoyado la moda española. Durante años he aplaudido su internacionalización. Durante años he mostrado un panorama de moda española que despuntaba. Durante años he hablado de marca España. Y hablo en pasado solamente para tomar impulso para después decir que seguiré haciéndolo, porque soy española,,pies sí, pero no soy nada fanática, sino más bien porque creo que es la nuestra y que debemos apoyarla en lugar de denostarla, como en ocasiones se ha hecho. Pero no hay mejor manera de apoyar, de ayudar, que la de la lealtad, la de llamar a las cosas por su nombre. Me decía un fotógrafo acostumbrado a recorrer ciudades internacionales fotografiando sus desfiles que si en París se había notado la crisis cómo no iba a notarse en Madrid... Y así debe de haber sido, aunque la verdad es que yo he visto buenos desfiles en esta edición de la pasarela y, por ejemplo, unos tejidos que han mejorado en los últimos años. Pero parafraseando a Jobs, ¿Quieren los diseñadores españoles cambiar el mundo..., aunque sea el de la moda? Se diría que no. Porque en general no piensan diferente. Y no sé cómo no se aburren. Adoro a muchos de ellos. Son brillantes. Se merecen que les vaya mejor. Deberían tener mejor distribución, y una industria adecuada, y una mayor visibilidad en los medios de comunicación... Pero yo pediría una reflexión generalizada: pensar diferente para la próxima pasarela. Eso supone, por ejemplo, dejar volar más la imaginación..., porque si la pasarela no tiene algo de fantasía y de magia..., para qué hacerla..., no se trata de presentar imposibles, pero sí de incitar, como poco, al sueño. Pensar diferente es estilizar los desfiles, buscar un ojo que ayude, nuevamente, a comercializar la magia o a hacer magia con lo comercial. Pensar diferente es abrir la mente a estímulos, a inspiraciones, para inspirar después al respetable. Y es también editar los desfiles, lo que equivale a acortar, limpiar y dar esplendor... (hablo por mi propia experiencia: mis textos mejoran cuando otros los leen..., ya estoy esperando a algún gracioso o graciosa que me diga que se nota que este no lo ha leído nadie..., a lo que contestaré que, en efecto, así es..., que hay que reírse de uno mismo), porque no entiendo la manía de hacer desfiles largos sobre todo cuando son largos y repetitivos. Pensar diferente significa arriesgar, y eso no tiene nada que ver ni con la crisis, ni con las oportunidades, ni con las fechas; supongo que tiene que ver con las ganas, con la pasión, con el deseo de poner patas arriba las cosas, para cambiar el mundo, aunque sea el mundo de la moda. ¿Jugamos?