martes, 7 de agosto de 2012

Adiós a Anna Piaggi


Los y las jóvenes aficionados a la moda leen su blog, buscan sus imágenes, las tweetean y retweetean..., han hecho de Anna dello Russo un icono de tendencias que ya ha pasado a los anales de su historia. Yo, la verdad, he de reconocer que también me divierto con su activismo fashion-mediático y que sigo su cambio de look diario cuando coincidimos en los desfiles de moda en París o en Milán, porque no, ella a Cibeles, o mejor dicho a la Mercedes Benz Fashion Week Madrid (MBFWM), no viene. Me fascina que cada día elija como indumentaria la del diseñador de importancia, al menos para ella, de la jornada. Que manda Chanel, se viste de Chanel, que Armani, de Armani, que Dolce, de Dolce. Me hace gracia contemplar lo bien que se siente en su faceta celeb antes del comienzo del desfile, fotografiada y perseguida por los cámaras, en su primera fila como corresponde a una directora importante (ella, de Vogue Japón), siempre un punto extravagante, siempre con la ropa de temporada, a veces de pretemporada luciéndola antes que nadie, para regocijo de creadores que saben que es su escaparate humano... y divino. Pero antes que ella hubo otra Anna y hoy se ha ido. Cuando he conocido la muerte de la periodista italiana Anna Piaggi he visualizado no solo a la joven de 81 años, con coloretes de muñeca, los sombreros más estrafalarios y su bastón, sosteniendo unas piernas a menudo tapadas a la manera de un divino arlequín. Digo no solo porque mi mente se ha trasladado de inmediato a su caleidoscopio mensual tan extravagante en apariencia y tan clarividente en esencia como su propia imagen, que era una risotada permanente sobre el mundo de la moda.    Su doble página nos ha enseñado tanto a los amantes de la moda. Nos enseñó la esencia de que la imagen valía más que mil palabras, que la imagen podía ser tan acerada como sus críticas. Fue una sabia y como sabía era temida (y respetada) por los creadores. Necesitamos personas así. De las que aprender, de las que no se callan la boca y sorprenden en cada movimiento, no por sorprender, no por epatar sino por una personalidad fortísima con un alto contenido en la materia que dominan, en este caso la moda. Necesitamos gente sin esparadrapo en la boca.



1 comentario:

  1. El otro día escribía en Facebook que había que apostar por la excelencia y los excelentes. Un amigo me contestó "a qué te refieres con los excelentes". La propia palabra es sospechosa en este país.

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