viernes, 31 de agosto de 2012

Jesusito de mi vida

Hacía años que no utilizaba esta fórmula y años hacía tantos, que puede que si comenzara a recitar aquí la oración, canción, mantra inductora del sueño errara alguno de sus versos. Hacía ya muchos años y puede que venga al caso, aparte de al corazón y a la memoria, porque es el justo momento en el que podría evocarse el 'jesusito de mi vida', dada la alta hora nocturna. El título y las sensaciones me exigen, pues, nocturnidad y alevosaí en la escritura, amén de que estos días -y me refiero por días a las horas que trancurren en el arco de los dos nueves- se resisten, dada la intensa actividad que se deriva de los desfiles de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid.




Fue sin querer anoche. Entré en el parque de El Capricho, en Madrid, para disfrutar del desfile de Del Pozo, el primero bajo la dirección artística de Josep Font. Inmediatamente, solo de estar allí (y no digamos cuando vi la primera salida del desfile) pensé por vez primera en Jesús del Pozo (desaparecido en agosto de 2011) y en cómo aquel bello lugar y aquella pulida realización los hubiera hecho suyos al instante. El pensamiento iba y venia ente dos jotas: de la de Jesús, por cariño, recuerdo y añoranza, a la de Josep, por cariño, reconocimiento y agradecimiento.
Qué desfile tan bello. Qué telas, qué plástica tan espectacular, en aquel recinto y día en el que empezó a cambiar la climatología madrileña, que empezó a ver como comenzaba a delinearse la desaparición de los calores veraniegos para dar paso a una brisa más otoñal, que movía los visillos del palacio de El Capricho, ataviado para la ocasión por la firma Del Pozo (la marca de perfumes tiene mucho éxito en Latinoamérica y se busca una expansión internacional en la que Jesús no pega; también Dior perdió el Christian, y Chanel, Coco, y Versace, Gianni), dándole al espectáculo un novel más cinematográfico, si cabe.
La grandeza consistió en dejar ver el espíritu de Jesús, de una manera poco obvia, pero bien patente, en algunos colore y fundamentalmente en algunas formas, y al mismo tiempo mantener el espíritu fontiano, si es que podemos llamarlo así. Sé que le gustó a Josep que le dijera que agradecía que no hubiera traicionado al pasado y su protagonista pero que tampoco se hubiera traicionado a él mismo. Lo dije como digo las cosas, por sentimiento y con convencimiento. Bastaría repasar la historia de ambos para descubrir su impronta. Bien hecho, acabado, con un toque de costura que fue el signo de distinción de los dos históricamente, y todo hay que decirlo, con un trabajo exhaustivo de los talleres que han trabajado todos los últimos fines de semana,
Pasé, como la inmensa mayoría de los presentes, todo el desfile emocionada, recordando, tributando y agradeciendo el tributo. Gracias Josep porque la sensibilidad es patrimonio de unos pocos, porque el amor por el trabajo bien hecho se nota, porque ambiente destaca ese deseo de perfeccionismo que a menudo conduce al sufrimiento, pero que una vez puesto en escena es foco de felicidad. Gracias por habernos dejado creer en la magia y en el sueño... Y por cierto sigue trabajando las joyas, que eran bellísimas. 

1 comentario:

  1. Que bien escrito Charo y que razón tienes. Te deseo lo mejor en tu nueva andadura profesional. Un abrazo Raquel A.

    ResponderEliminar