jueves, 1 de noviembre de 2012

La fiesta debe continuar?

Recuerdo a Freddie Mercury cantando Show must go on. Me produjo siempre Mercury una nostalgia especial. Y hoy, tras la tragedia del Madrid Arena, tocada por la pena y la melancolía, recuerdo esa canción y parafraseo: ¿La fiesta debe continuar? Mi respuesta es no. No tal y como son las fiestas. Esas y todas las fiestas multitudinarias, incluidas las callejeras.
Anoche Halloween transformó las calles en espectáculos creppy, con personajes dignos de videoclip de Michael Jackson. Nadie podía adivinar que además de muertos vivientes habría muertas de verdad (por cierto, qué dureza, todo chicas). Nadie podría adivinar que además de las calles sucias, no..., sucísimas, y los niños (muchos niños y niñas, algunos con la adolescencia recién estrenada) como cubas, habría cuatro que no volverían nunca a casa. Nadie podría saber que allá donde cabían  10.600 personas se había aplicado el especulador overbooking que hizo que entraran muchisimas más con el único afán del enriquecimiento (si bien la versión oficial asegura que se vendieron 9.650 entradas), aunque eso pudiera significar -como significó- la muerte.
Tendrían que clausurar un lugar en el que se celebran macrofiestas sin la seguridad absoluta. Pero no nos engañemos, no tengamos necesidad de que ocurra una tragedia para quitarnos la venda de los ojos. Porque hay otros lugares en los que no se respeta el aforo y los jóvenes corren peligro.  No nos engañemos, hay otros lugares en los que se deja entrar a menores de edad.  No nos engañemos, hay otros lugares en los que se permite la venta de alcohol a quienes por edad lo tienen prohibido. No nos engañemos, hay otros lugares en los que no requieren de identificación y venden alcohol a menores para sus fiestas y botellones. Deberían cerrarlos. Deberían propinar multas a sus dueños que les dejaran temblando. Deberían juzgarlos y enviarlos a la cárcel si procede. Porque con la seguridad y la salud de los jóvenes no se juega. Pero habría que hacer más llamamientos. A los chavales más sensatos para que denuncien en sus casa ese tipo de situaciones ilegales. A los padres, para que se impliquen y pongan el pie en el freno (hoy alguien me hablaba de discotecas para críos de 14 años, que abren entre las 11 de la noche y las 3 de la madrugada), porque el espectáculo que se observa los viernes y los sábados en las ciudades españolas es vergonzoso..., y lo curioso es que muchos de esos padres me imagino que saldrán esas noches y verán... ¿O no miran? ¿O no escuchan? 
Me siento terriblemente conservadora releyendo esto que escribo. Pero es que soy madre. Y no hago otra cosa que pensar en esos pobres padres, en esas pobres familias, que han perdido a sus hijas. No creo que pueda existir nada más terrible.

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