lunes, 7 de enero de 2013

La ley del péndulo

Odio esos movimientos que a veces surgen de casi la nada, en ocasiones son fruto del trabajo de los medios de comunicación, a veces de los lobbies... y en general tienen como base la acción negativa de un sujeto o en el peor de los casos una calumnia y en la mayoría la exageración de una acción. Y no puedo habitar en el lugar más idóneo para vivir esos movimientos. Porque sin ánimo de exagerar yo misma, sin ánimo de generalizar, no, eso tampoco, en España somos muy dados al péndulo, al sanjuanín o el sanjuanón. Hace un par de días le hice esta referencia en twitter a un amigo que se llevaba las manos a la cabeza con la mala prensa, desde luego en las redes, que se había desatado, desde luego en las redes, tras la entrevista que Jesús Hermida hizo al Rey en TVE. No podía venir más al caso omónimo, pero además venía al caso por la escandalera no solo de la misma, sino por la cegazón del respetable escorado hacia las antípodas de la monarquía española.
El Rey se equivocó hace un año, como probablemente se equivocó varias veces en su vida. Nadie lo pone en duda. Ni el mismo, que, también más acertadamente... o menos, pidió disculpas (por cierto, yo me equivoqué ayer, no en el mismo sentido que lo hizo él, que conste, y no he pedido perdón). Pero de ahí a esta corriente antimonárquica furibunda va el paso que odio y que conduce a la ley del péndulo.
Hay que ser agradecidos, como primera medida del buen comportamiento y bienestar, incluso con uno mismo, y se están olvidando los motivos de agradecimiento que deberíamos tener hacia Don Juan Carlos, incluso cuando viaja al extranjero, como el mejor Embajador posible de España. Y luego está la entrevista. Qué esperaban, que saliera con el cilicio. Ah, ¿que querían que hablase de su yerno?..., extraño, hasta en una conversación de café con El. Ah, ¿que les molestaba que Hermida le dijera Señor y que Él le tuteara?... Pues es el protocolo, como el que recomendaría recoger un Goya vestido de gala y no en vaqueros, por ejemplo... Como decía el otro día un amigo:"Que esperaban, una especie de Sálvame"... Y ya me imaginé yo el folloncete verbal y el desmán en los modales..., y sí preferí el formato elegido. Y, por cierto, hay miles de entrevistas similares, a políticos, a actores, en los que de manera más o menos velada, a veces más o menos grosera, te invitan a evitar  preguntas sobre la vida privada... Y nadie dice nada.  Nadie dice nada, a no ser que el tal actor o la tal actriz no estën de moda. Pues eso.

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